Hace ya una semana, las redes sociales de la corporación Facebook Inc. sufrieron una caída a nivel mundial y, desde entonces, se han sucedido fallos intermitentes en algunos países. Los errores en las plataformas se comenzaron a registrar a las 17.30 horas y no se consiguió restablecer la conexión hasta cerca de medianoche. Estos fallos se atribuyeron a una configuración defectuosa que afectó al DNS pero, ¿qué son estas siglas y cómo influyen en el uso de Internet?

Lo que conocemos popularmente como Internet es una gran red de ordenadores a escala mundial y que funciona a través de la arquitectura cliente-servidor. El servidor es el ordenador que forma parte de la red que almacena la información y el cliente, el ordenador que solicita información al servidor. En este caso, Facebook sería el servidor y nosotros, los clientes.

En primer lugar, para comprender por qué falló la conexión, necesitamos entender cómo es realmente esa “navegación por Internet”.

  1. Nosotros, el cliente, tecleamos una URL en un navegador, por ejemplo, www.actualizadoscomunicacion.com o www.facebook.com
  2. Luego, un servidor DNS se encarga de traducir esta dirección o URL en una IP, es decir, una serie de números que identifican, de manera lógica y jerárquica, una interfaz en la red. Es algo así como el DNI de cada ordenador.
  3. El protocolo TPC-IP, que es una serie de normas que indican cómo deben navegar los datos por la red, el lenguaje común que une a todos los ordenadores, nos conecta con el ordenador servidor y nos devuelve la página web en formato HTML.

Entonces, ¿qué es y en qué punto entra el DNS? El Domain Name System o Sistema de Nombres de Dominios es el responsable de la traducción de los diferentes dominios a su correspondiente dirección IP, donde está alojada la página web que estamos buscando, ya que para nosotros, como usuarios, es mucho más sencillo recordar un dominio (www.facebook.com) que la serie de números que indican en qué servidor está alojada la web. En definitiva, el servidor DNS es un listín de todos los “DNIs” de webs y su correspondientes nombre y apellidos para hacer la conexión mucho más sencilla.

En el caso de Facebook, un cambio de configuración afectó al sistema DNS, que había sido retirado del BGP (Border Getaway Protocol, un protocolo que gestiona su ruta de navegación, al igual que el protocolo TCP-IP) de forma que no había un camino inmediato para que se pudiese acceder a los servidores de direcciones IP de Facebook. Los navegadores y apps no sabían encontrar al servidor de la corporación.

Por otra banda, no solo sufrieron el apagón Facebook, Instagram y WhatsApp, sino que otras muchas redes sociales también han sido víctimas silenciosas de este. Al igual que WhatsApp no enviaba nuestros mensajes e Instagram y Facebook no permitían recargar el muro de las publicaciones o compartir nuevo contenido (aunque sí visualizar el contenido cacheado), todas aquellas plataformas a las que accedemos con nuestro usuario de Facebook quedaron inaccesibles durante ese período.

Estos fallos no dejan de demostrar que, aunque la centralización de recursos puede ser útil, que Internet parezca estar en manos de una o dos compañías, nos genera una gran dependencia de su conexión y correcto funcionamiento.