Aunque una pandemia mundial no es una situación deseable, podríamos admitir que con ella también hemos aprendido. Hemos ampliado nuestro vocabulario en materia de ciencia y salud, valoramos mucho más la sanidad pública y la tecnología e innovación se han convertido en la punta de lanza de nuestra adaptación a esta crisis sanitaria. Sin embargo, si algo ha crecido en su uso, además de mascarillas, gel hidroalcohólico u otros materiales para garantizar nuestra seguridad y protección, esos son los códigos QR.
Estamos más que familiarizados con los códigos de barras y, realmente, no difieren mucho de los códigos QR. Ambos sirven para codificar información y para identificar un producto o servicio, sin embargo, se diferencian en la cantidad de información que pueden recoger.
El código de barras es una imagen rectangular o cuadrada, conformada por una serie de líneas paralelas y espacios de ancho variable, que también puede incluir dígitos. En definitiva, es una representación lineal de una serie de datos relacionados con un elemento físico y que se puede leer a través de un dispositivo óptico.
Por otro lado, el código QR o Quick Response es un diseño cuadrangular compuesto, a su vez, de puntos de forma cuadrada. Además, no solo codifica productos, sino que también puede hacerlo con textos, música, imágenes, vídeos, software, páginas web, etc. Este código tiene una orientación más digital, por lo que, aunque se puede realizar su lectura a través de dispositivos ópticos convencionales, se suele utilizar a través de la cámara de diferentes dispositivos móviles.
Abrir una página web en un navegador, por ejemplo, la de un restaurante; mostrar una ubicación a través de Google Maps y que sea mucho más sencillo encontrar un local; conectarse a una red WiFi; descargar una imagen o un archivo de PDF, por ejemplo, la carta de un bar; seguir una cuenta de Instagram, Snapchat o agilizar el proceso de agregar un número a WhatsApp; o abrir directamente la Play Store para descargar una aplicación son algunas de las finalidades más habituales y conocidas. Sin embargo, va mucho más allá: las últimas novedades en relación con el coronavirus nos lo han demostrado. Es así que, desde el viernes 5 de marzo, la hostelería gallega tendrá el deber de exponer un código QR (ligado a la web Turespazo), que los clientes deberán escanear con sus dispositivos móviles, para así poder controlar el aforo del establecimiento.
Por otro lado, ¿cómo se justifica su auge? Cuenta con varias ventajas, entre ellas, su sencillez, tanto en su lectura como en su creación, pero hay más:
- Versatilidad. Son fáciles de crear y también de modificar, es decir, se puede añadir o eliminar información sin complicaciones. Por ello, se han convertido en una herramienta fundamental para que muchos negocios puedan ofrecer información de una manera rápida. Por ejemplo, podríamos descargar su aplicación con tan solo un código, llegar a su tienda más cercana, seguirlos en redes sociales… Las posibilidades son infinitas.
- Accesibilidad. Se puede mostrar desde un móvil y escanearlo en otro, pero también se puede colocar sobre multitud de superficies como vallas publicitarias, el escaparate de una tienda, espacios públicos, en el packaging de un producto…
- Herramienta de marketing. Siempre que sean un valor añadido a nuestro negocio o a los productos que ofrecemos, el código QR se puede utilizar de manera inteligente en nuestras campañas de marketing. Por ejemplo, se podrían crear para ofrecer ofertas, promociones o información exclusiva, enviar un email o formulario o redirigir al usuario al vídeo u otros elementos audiovisuales de una campaña publicitaria.
- Resultados medibles. Es bien sabido que una estrategia de marketing no estará completa si no podemos analizar los resultados a lo largo de todo el proceso o período que dure la misma. Pues bien, los códigos QR son medibles de forma inmediata, por lo que nos permitirá realizar algún ajuste en nuestra campaña en caso de ser necesario.
Aunque, precisamente, esta sobreexposición puede llegar a generar cierto rechazo o problemas de otra índole, como su manipulación e inutilización en lugares públicos (por ejemplo, ocultando parte del mismo con un rotulador o rompiéndolo) e incluso siendo objeto de fraude.
En otro orden de cosas, generar un código QR es sencillo. Existen aplicaciones de escritorio para hacerlo, pero lo más habitual es hacerlo online. De hecho, desde el propio buscador de Google existe la opción de generar un código de cualquier link.
Bien sea para redirigirte a la URL de la página web de un negocio, consultar la carta de un restaurante, verificar un billete de tren o avión o controlar el aforo de un local, no hay lugar a dudas de que estos pequeños códigos han revolucionado la manera de conectar el mundo con la dimensión digital.